Aliados de la ignorancia

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Las élites ven un gran riesgo en la educación para todos, se sienten más seguros cuando el acceso al conocimiento es reducido.

El debate en torno a los libros de texto permite acercarnos al perfil del sector conservador mexicano pues la educación es el terreno en dónde se registra el debate nacional más permanente.

El clasismo y el conservadurismo son inseparables si partimos de que los más interesados en conservar el orden social son los que se encuentran en la cúspide de la pirámide, aunque para lograrlo tienen que ganar para su causa una porción de pueblo.

Siempre ha sido así, las élites ven un gran riesgo en la educación para todos, se sienten más seguros cuando el acceso al conocimiento es reducido, no por algo, su primera reacción ante la promulgación de la constitución de 1917 fue la creación de la Unión Nacional de Padres de Familia para torpedear lo más intensamente posible la aplicación del artículo tercero. Hoy todavía les revuelve el estómago la educación laica gratuita y obligatoria.

José Vasconcelos puso los cimientos de una política de estado redentora mediante el alfabeto, la respuesta conservadora se produjo sobre todo en el mundo rural dónde la hostilidad de los caciques frustraba la iniciativa de contar con escuela y con maestro. La emoción social que emanaba del régimen de Cárdenas condujo a jóvenes idealistas a enlistarse como voluntarios para llevar el alfabeto a la niñez de los pueblos más apartados, uno de ellos, Vicente Escudero, a los diecisiete años se trasladó desde su natal Chapingo hasta una comunidad de Valparaíso, Zacatecas, pero los conservadores de la época lo arrancaron del aula y lo colgaron de un árbol.

El oscurantismo produjo profesores linchados o desorejados (María R, Murillo) pero fue cediendo ante el creciente repudio popular sin desaparecer del todo, López Mateos le echó ganas a la educación pública de la niñez mexicana, su esposa auspició el exitoso programa de desayunos escolares y su Secretario de Educación Pública introdujo los libros de texto gratuito con los que aliviaba sensiblemente a las familias que no tenían dinero para comprar libros a sus hijos.

Congelados en el tiempo

Los panistas de la época hacen hogueras con libros en las plazas públicas acusando de comunista al gobierno y pidiendo a los padres de familia que no permitan que sus hijos lean esas “obras del demonio”.

Los mexicanos hemos tenido que derrotar al sector conservador que durante muchos años inoculó la idea de que las mujeres no deberían acceder a la educación más allá de lo indispensable porque al fin y al cabo “se van a casar”, ofreciendo las salidas laterales de carreras cortas como corte y confección” “mecanografía” etcétera. Luego ese mismo sector se atrincheró en la postura contra las escuelas mixtas pues se les hacía inconcebible que ambos géneros se mezclaran en las aulas.

En la medida que el rechazo mayoritario a su conservadurismo se impone, concentran sus esfuerzos en contra de la educación masiva de nivel medio superior y superior oponiéndose a las bajas colegiaturas y demandando que “cada quien asuma el costo de su educación”.

Quien está familiarizado con el mundo educativo en todos sus niveles sabe que la actualización de contenidos es una constante y que siempre es resultado de controversias especializadas. Los libros de texto son resultado de un proceso dilatado y complejo donde concurren pedagogos del más alto calibre, el debate es normal y saludable, pero lo que no es saludable aunque si explicable es la catarata de mentiras con la que se busca descalificar a los libros de texto gratuito para el próximo año escolar, en dónde una oposición sin identidad lanza argumentos inconexos, invenciones, absurdos que solo se entienden por el momento político en dónde demandan la censura de capítulos de la historia de México.

El Secretario de Gobernación Carlos Abascal Carranza padeció un alud de críticas cuando declara que le prohibió a su hija leer Aura, de Carlos Fuentes, en cumplimiento de una tarea ordenada en un colegio privado de corte confesional, la polémica reflejó una sociedad muy avanzada, muy alejada de los prejuicios medievales asumidos por el ultra conservadurismo mexicano.

Anacronismo vocacional

¿Cómo juzgará la sociedad mexicana la tormenta mediática contra los libros de texto gratuito? Pienso que los valores contemporáneos están muy distantes de la visión conservadora que subyace en la ofensiva del bloque que jefatura Claudio X, que inclusiva una parte del mismo no encuentra el modo de sumarse a la campaña sin parecer arcaico.

No es fácil, en estos años, los opositores son feministas, ambientalistas, globalistas o aldeanos según la necesidad.

Si necesitan disfraz es que el perfil de conservador no es popular en un país que tanto ha padecido a sus élites.

Pasado el ruido, serán anécdota, la historia no se detiene, ya debieran saberlo.

Les espera otra derrota.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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