Devoción a San Antonio

Para los habitantes de la comunidad San Antonio de La Calera, en el municipio de El Plateado de Joaquín Amaro, la fiesta patronal da un rasgo identificativo, que lo liga más a su colectividad por la simple pertenencia y sus tradiciones. Cuando se trata de halagar al santo patrono, no existen límites. Es por ello … Leer más

Para los habitantes de la comunidad San Antonio de La Calera, en el municipio de El Plateado de Joaquín Amaro, la fiesta patronal da un rasgo identificativo, que lo liga más a su colectividad por la simple pertenencia y sus tradiciones.

Cuando se trata de halagar al santo patrono, no existen límites. Es por ello que la comunidad se esmera en realizar una celebración descomunal que sobrepase las expectativas cada año. Por supuesto, todo debe llevar una organización y planificación.

En la fiesta participan y acuden todo tipo de personas, desde los niños pequeños hasta los de mayor edad. Además, el festejo no es exclusivo para los originarios o residentes del lugar, pues está abierto para quienes deseen acudir.

Esta es una celebración que se lleva a cabo desde el siglo 19 y ha perdurado a pesar de las diferentes manifestaciones culturales, religiosas y sociales. Las dos capillas ofrecidas a San Antonio se conjuntan para celebrar al santo patrono; la primera es la más antigua y con mayor arraigo y tradición; la segunda, edificada en 2010, se realiza recientemente la fiesta.

Los festejos inician con actividades religiosas, eventos deportivos y culturales en honor al santo patrono.
El 4 de junio hubo carreras de caballos, donde se reunieron los mejores caballos de carreras, apostadores y espectadores de la región.

Para el día 11 se celebró un tradicional rodeo de paga (coleadera), en el acostumbrado lienzo charro de La Biznaga; el día 12 se llevaron a cabo peleas de gallos en el auditorio de la comunidad, carreas de burros y torneos de deportivos.

El 13 de junio, a las 5 de la mañana, le cantaron Las mañanitas y se rezó el rosario de aurora. A las 6:30 hubo una celebración eucarística.

Al mediodía, las personas se reunieron en la primera capilla para de ahí partir en peregrinación hacia la segunda y presenciar una misa.

Participaron charros a caballo y creyentes de todas las edades, acompañados por la danza de matlachines y un tradicional tamborazo.

Al finalizar la celebración eucarística, los matlachines comienzan a danzar para manifestar su religiosidad popular.

Los jóvenes y no tan jóvenes se reúnen en la carpa para saciar su sed con una refrescante cerveza; los charros postrados en su caballo corretean y pasean a las guapas damitas.

El tamborazo retumba por las calles, complaciendo a aquellos que por lo regular piden los narcocorridos.
Hay puestos de comida, trastos, juguetes, dulces típicos, ropa, raspados y brincolines.

Por la noche se quemó el tradicional castillo y el día concluyó con un baile.

Así pues, la fiesta patronal no sólo debe ser vista como un festejo más, pues implica un proceso cultural que se regenera año con año dando un sentido de identidad a la población que, gracias a ello, ha mantenido sus usos, costumbres y tradiciones, logrando así sobrevivir ante los embates de la modernidad.

Imagen Zacatecas – Elieser Márquez Vela