Día de muertos

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Todos los días alguien pierde a un ser querido, y todos los días, también, despertamos dando gracias a Dios por encontrarnos vivos.

Por tradición dedicamos el día 2 de noviembre de cada año para recordar de manera especial a familiares y amigos que han partido de este espacio temporal. Pero dígame usted si no hay día que no los recuerde, que no piense en ellos y que no los extrañe. Que no sienta dolor porque ya no están, vamos. Luego entonces todos los días son, en realidad, día de muertos.

Todos los días alguien pierde a un ser querido, y todos los días, también, despertamos dando gracias a Dios por encontrarnos vivos y suplicándole que así continuemos durante la jornada, que gocemos de buena salud y que no exista nada que ponga en riesgo nuestra integridad y nuestra vida. Nos aferramos a ella.

Estaba celebrando con unos amigos el cumpleaños de uno de ellos cuando recibimos la noticia del fallecimiento de un ser querido de los que nos encontrábamos ahí. Luego, un poco más tarde, nos enteramos del fallecimiento de otra persona, conocida por algunos. Ambas muertes un tanto sorpresivas -la mayoría de las veces siempre toma por sorpresa-. Y yo decía a mis acompañantes “estamos celebrando una vida y acabamos de recibir otras dos buenas razones para seguir haciéndolo”.

No sé, siempre que pienso en la muerte me dan más ganas de vivir mi vida con mayor intensidad. De voltear hacia arriba para dar gracias al Creador por haberme puesto exactamente aquí donde estoy, en esta familia, con estos amigos, en este trabajo… De ir a iluminar con mi vida las de otros, de no perder el tiempo en irme a desgastar con tal o cual persona por pleitos que no conducen a ninguna parte sino de aprovechar cada minuto en construir algo, una relación, un negocio…

Todos los días son día de muertos. Pero también de vivos. La memoria de nuestros seres queridos que ya no están aquí debe de honrarse con una vida bien vivida. Y su ausencia debe de invitarnos a reflexionar sobre todo lo que nos queda aún por hacer, quizás considerando también todo lo que les faltó a ellos hacer y que felices lo harían si todavía pudieran. Y también a valorar y apreciar a los que todavía tenemos con nosotros y que muchas veces ni cuenta nos damos de cuánto bien nos hacen hasta que, lamentablemente, los perdemos.

Decía una santa: “en vida, hermano, en vida”. No hay nada más lamentable que apreciar a alguien hasta que nos damos cuenta de que ya no está. Y, mientras tengamos a quien amar, hay que hacerlo con todas nuestras fuerzas y hacérselo saber, además.

Ser conscientes de nuestra condición de finitos o temporales nos obliga a ver hacia adelante con una óptica diferente, con un sentido de urgencia por aprovechar el tiempo que nos queda en vivir una buena vida, valorando y apreciando lo que tenemos a nuestro alrededor para hacerlo.

[email protected]




Más noticias

juan carlos ramos leon
juan carlos ramos leon
juan carlos ramos leon
juan carlos ramos leon
juan carlos ramos leon
juan carlos ramos leon

Contenido Patrocinado