?Gasolinazo y poder adquisitivo

En la justificación del reciente gasolinazo se configuran cifras que el discurso oficial hace pasar como hechos objetivos. Pero, en realidad, el desfile de números obedece a interpretaciones sesgadas, se integran a un relato dramático de tufillo determinista, tratando así de convencer a los ciudadanos del presunto destino ineluctable de la fuerte alza.   Incluso … Leer más

En la justificación del reciente gasolinazo se configuran cifras que el discurso oficial hace pasar como hechos objetivos. Pero, en realidad, el desfile de números obedece a interpretaciones sesgadas, se integran a un relato dramático de tufillo determinista, tratando así de convencer a los ciudadanos del presunto destino ineluctable de la fuerte alza.
 
Incluso algunos comentaristas críticos del gobierno comparten el rechazo a los subsidios estatales de los hidrocarburos, aunque no el modo de aplicarlo, dejando de lado en el análisis factores y situaciones particulares que influyen decisivamente en el bienestar de los trabajadores.
 
Así, por ejemplo, Juan E. Pardinas, en su reciente colaboración dominical en el diario Reforma, considera que el problema no es el incremento de una gasolina que hasta ahora ha sido barata por efecto de los considerables subsidios gubernamentales, sino que el descontento proviene de la falta de legitimidad ética de la administración estatal y la clase política. Para sustentar su argumento ofrece comparaciones con otras naciones donde la gasolina cuesta mucho más que en México: Hong Kong, 42 pesos mexicanos por litro; Noruega, 40; Holanda, Israel, Dinamarca e Italia, alrededor de 35.
 
Por tanto, en nuestro país, según Pardinas, el gobierno debe retirar los subsidios para permitir que los precios sintonicen con el automatismo del mercado. Mas habría que señalar que los salarios pagados en México nada tiene que ver con los que se otorgan en aquellos países y, por consiguiente, la correlación es parcial y no esclarece la situación mexicana.
 
De hecho, un reciente estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad e Economía de la UNAM, afirma que durante este sexenio el poder adquisitivo ha menguado el 11 por ciento, mientras que los precios de los productos básicos subieron en 26.9 por ciento de enero de 2013 a octubre de 2016. La inflación, entonces, minará aún más el poder adquisitivo de la población.
 
Allí reside el descontento popular, agravado por la rampante impunidad.

 
 

Imagen Zacatecas – Miguel G. Ochoa Santos




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