Hambre y despilfarro de alimentos

Una de las situaciones más angustiantes, para cualquier ser humano, es no contar con los recursos para cubrir las necesidades mínimas de alimentación. Unos padres de familia, cuyos ingresos no alcanzan para darles de comer a sus hijos es, seguramente, uno de los escenarios más dolorosos.  Estudios de la Organización de las Naciones Unidas para … Leer más

Una de las situaciones más angustiantes, para cualquier ser humano, es no contar con los recursos para cubrir las necesidades mínimas de alimentación. Unos padres de familia, cuyos ingresos no alcanzan para darles de comer a sus hijos es, seguramente, uno de los escenarios más dolorosos. 

Estudios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señalan que alrededor de 925 millones de personas padecen hambre, debido, entre otros motivos, al incremento de los precios internacionales de los alimentos, la pobreza extrema, la discriminación social y las injustas políticas comerciales.  

Paradójicamente, cada año se desperdician alrededor de mil 300 millones de toneladas de comida, lo que equivale a un tercio de la producción de alimentos para el consumo humano. Sólo en Estados Unidos, el despilfarro alcanza la cifra de 40 millones de toneladas anuales. Con ello podrían alimentarse mil millones de personas que no tienen qué comer. 

En el libro Despilfarro, editado por Alianza Editorial, Tristram Stuart afirma que este derroche se debe a que se tira comida en todos los niveles de la cadena de producción, incluyendo el hogar, donde las familias de los países ricos adquieren más de lo que pueden consumir. 

Una parte sustantiva de estos alimentos son desechados porque han expirado las fechas de caducidad; mas estas fechas se establecen tomando en cuenta situaciones poco probables en muchos hogares. Por ejemplo, que la comida no se conserve en el refrigerador. 

En las sociedades consumistas, quienes tienen poder adquisitivo son presas fáciles de la publicidad y de las promociones de los supermercados. Se adquiere no sólo aquello que se necesita para el consumo cotidiano, sino lo que está en oferta. 

Revertir esta situación de injusticia alimentaria escapa a las posibilidades del ciudadano común, pero al menos podríamos evitar el despilfarro en nuestros hogares. Cada vez que tiramos comida al cesto de basura, debiésemos recordar que hay millones de personas que se van a la cama con hambre.

Imagen Zacatecas – Elizabeth Sánchez Garay




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