Literatura sobre la pobreza extrema

Hay relatos que a pesar de haber sido escritos hace más de un siglo y medio son sumamente actuales, tanto por las innovaciones estilísticas como por las temáticas que abordan. En el último aspecto, hay ocasiones en que las historias se adelantan a su época y hay otras en que las situaciones narradas no han … Leer más

Hay relatos que a pesar de haber sido escritos hace más de un siglo y medio son sumamente actuales, tanto por las innovaciones estilísticas como por las temáticas que abordan. En el último aspecto, hay ocasiones en que las historias se adelantan a su época y hay otras en que las situaciones narradas no han desaparecido en nuestros días. 

Los cuentos del escritor ruso Antón Chéjov (1880-1904) describen el padecer de la gente pobre, de manera tal que el lector no puede permanecer al margen de lo narrado. Sus relatos invitan a la toma de conciencia del sufrimiento de quienes apenas poseen lo mínimo para subsistir. 

En El violín de Rothschid (1892), el autor retrata personajes complejos que viven sin saber los motivos que guían su existencia, más no son condenados por el narrador porque, a fin de cuentas, constituyen la representación del sinsentido del mundo. 

Hombre gris y amargado, Yakov Matveich (protagonista del cuento) reconoce, tras la muerte de su mujer, que jamás tuvo amor o misericordia por ella y ese tardío descubrimiento lo llena de espanto. Sin embargo, no estamos ante un acto de contrición almibarado, pues se congratula de lo decente y barato que resultó el entierro sin ofender a nadie. 

No obstante, después, acongojado por el suceso, va a dar a un viejo y frondoso sauce donde recuerda los rizos dorados de un niño que procreó con su mujer, pero que había olvidado por completo. 

El que Yakov no rememore hasta entonces la existencia del hijo puede resultar monstruoso, pero el autor parece decirnos que sólo es un individuo más que ha perdido interés por la vida, concentrado como está en su miserable situación económica. 

Es innegable que estas dramáticas circunstancias se han agudizado en nuestro presente por la crisis que vive el mundo globalizado. A ello ha contribuido la voracidad de los poderes económicos y políticos que ha generado una desigualdad social sin precedentes. Que pena. 

Imagen Zacatecas – Elizabeth Sánchez Garay