Virus alemanista

Los presidentes municipales también están obligados a cambiar, pretender que sus respectivos municipios constituyen islas a salvo de las reformas en curso a favor de la austeridad y la transparencia refleja incomprensión de la coyuntura e ignorancia de la lógica del ejercicio del poder legítimo. Vivimos una tara cultural en la actividad política que nos … Leer más

Los presidentes municipales también están obligados a cambiar, pretender que sus respectivos municipios constituyen islas a salvo de las reformas en curso a favor de la austeridad y la transparencia refleja incomprensión de la coyuntura e ignorancia de la lógica del ejercicio del poder legítimo.

Vivimos una tara cultural en la actividad política que nos inculca la equivocada idea de que todo lo que puede hacer un gobernante se hace con dinero y que su paso a la historia es mediante la obra material en la que se refleja el dinero público, pero no podrían estar más errados, los mexicanos no veneramos al que hizo la torre de Pemex sino al que expropió el petróleo, Díaz Ordaz no pasó a la historia por los buenos indicadores económicos que registró su administración sino por la matanza del 2 de Octubre del 1968 y así sucesivamente.

La deformación de la cultura política arranca con el reemplazo de los militares en la Presidencia de la República por civiles con una visión alejada de los valores de los que tomaron las armas para derrocar al régimen porfirista, siendo el primer presidente civil Miguel Alemán. La obra material que se le adjudica fue presentada a los mexicanos como modernización, nunca como coartada que multiplicó corrupción y derroche al grado de que su sucesor enfatizó la austeridad y honestidad como ejes de su período, pero el virus alemanista ya estaba inoculado.

Pocos son los países en el mundo que, como México ejercen billones anualmente, no nos falta dinero, nos sobran ladrones.

La psicología política de dependencia del dinero pegó fuerte aún en los círculos de izquierda, se tornó habitual descartar a individualidades calificadas por carecer de dinero haciendo válido aquello de “político pobre, pobre político”, consagrando a Hank González, último prócer indiscutido del grupo Atlacomulco, en el supremo ideólogo de la política.

Renuentes a cambiar

Los municipios de nuestro país son el eslabón débil del federalismo fiscal mexicano, el esquema vigente asigna la parte principal a la federación, una parte significativamente menor a los estados y una aún más reducida proporción de los recursos fiscales a los municipios, el modelo Alemán es el opuesto, lo que es indiscutible es que sea cual sea el modelo de federalismo fiscal, el mismo no funcionará si no se reforma de fondo la situación de los municipios para que dejen de ser bastiones del exceso.

A lo mejor es temprano para verlo pero la repetición de las rutinas administrativas y políticas nos hace preguntarnos si en alguna parte del territorio se está construyendo el modelo de administración municipal, de las 16 demarcaciones antes llamadas delegaciones en la Ciudad de México aún no se conocen elementos constitutivos de un modelo fincado en los ejes rectores de la “Cuarta Transformación” que en el plano federal están contundentemente delineados.

¿Ya se eliminaron aviadores contratados para hacerle la tarea preparatoria de la próxima aventura electoral del Presidente? ¿Ya se cancelaron los puestos prescindibles originados en el pago de facturas electorales? ¿Ya se canceló la publicidad alrededor del Presidente con motivación electoral de próxima realización? ¿Ya se disminuyeron los ingresos de los cabildos onerosamente retribuidos? ¿Ya se cancelaron los viáticos sin justificación? ¿Siguen aplicando programas municipales similares a los estatales y federales por miedo a perder clientela electoral? ¿Denunciaron formalmente las anomalías detectadas en la administración precedente o prefieren encubrir para que llegado el momento también los encubran?.

Una pregunta crucial: ¿Entenderán los presidentes municipales la afirmación presidencial de que ya no hay partido de estado o se metieron a operar y desviar recursos públicos para controlar asambleas de Morena a lo largo y ancho del país inclusive no siendo de ese partido?.

La respuesta a estas interrogantes es desalentadora, los municipios son el último reducto de la corrupción instalada en la decrépita institucionalidad republicana en buena parte del país, eso no significa que muchas autoridades de ese nivel no sean honestas y eficientes pero su entorno es corrupto y corruptor.

Reforma pendiente

Reformar el federalismo fiscal es la solución de fondo pero si antes no se toman medidas correctivas, no habrá dinero que alcance.

Gobernar reclama más que dinero, inteligencia directiva, los presidentes municipales están llamados a ser líderes, no gerentes.

Un buen gobierno se logra con buena organización tenga poco o mucho dinero, sea de derecha o de izquierda, si se opera un cambio de mentalidad estamos de gane.

Un error muy en boga es considerar que la eficiencia y la honestidad son obligación solamente de los gobiernos emanados de las filas de la “#Cuarta Transformación”, cierto que por congruencia no pueden incumplir pero la obligación es de todos.

Los cambios avalados en urnas son mandato general.

Nos encontramos el lunes en Recreo.




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