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Opinión

El daño que hacen de opinar sin saber, el tema del Buque Escuela Cuauhtémoc

El daño que hacen de opinar sin saber, el tema del Buque Escuela Cuauhtémoc

Saúl Monreal Ávila, docente de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ.

Muchos de los comentarios que se han hecho sobre el Cuauhtémoc provienen de personas que, evidentemente, desconocen la historia, la función y el simbolismo del buque.

Saúl Monreal Ávila
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26 de mayo 2025

Amigas y amigos que siguen este espacio de opinión, en la era digital, la velocidad con la que viaja la información es impresionante, pero también lo es la rapidez con la que se difunden falsedades y opiniones sin fundamento. Un ejemplo reciente de esto es la ola de críticas y comentarios malintencionados, obvio con tintes conservadores de la derecha más rancia en nuestro estado, que han circulado en redes sociales y medios no verificados sobre el Buque Escuela Cuauhtémoc, uno de los emblemas navales más importantes de México. Las consecuencias de esta desinformación no solo afectan la imagen de una institución, sino que también deterioran la percepción pública y fomentan un clima de desconfianza y polarización, les dan la oportunidad de ser especialistas de todo y resolvedores de nada.

Muchos de los comentarios que se han hecho sobre el Cuauhtémoc provienen de personas que, evidentemente, desconocen la historia, la función y el simbolismo del buque. Se ha afirmado, sin base, que es un gasto innecesario, que su mantenimiento es un lujo o que sirve para fines oscuros, cuando en realidad el buque cumple una función esencial como herramienta formativa para los cadetes de la Secretaría de Marina. Desde su botadura en 1982, el Cuauhtémoc ha recorrido los mares del mundo como embajador flotante de México, promoviendo la cultura, la diplomacia y el profesionalismo naval.

En los últimos días, una serie de rumores —algunos maliciosos, otros simplemente desinformados— han intentado manchar la reputación del buque. Las supuestas “irregularidades” reportadas por usuarios anónimos en redes sociales no están respaldadas por pruebas concretas ni por fuentes oficiales. Peor aún, varios de estos contenidos han sido amplificados por páginas de noticias falsas, lo que les da una apariencia de veracidad que engaña fácilmente a quienes no contrastan la información.

Lo más preocupante es que muchas de estas opiniones parecen no tener otro objetivo que criticar por criticar. En lugar de fomentar un diálogo informado, se cae en la descalificación simplista, y en algunos casos, en el desprecio hacia una institución que, con sus defectos y virtudes, representa disciplina, formación y servicio a la nación. Este tipo de crítica vacía no solo desinforma, sino que erosiona el tejido de confianza entre la ciudadanía y sus instituciones.

Para esos conspiracionistas culpadores de todo lo malo a la 4T, valdría la pena esperar el resultado de las investigaciones para saber cuáles fueron las verdaderas causas del accidente, ya sea el tema de falla mecánica, la intervención de la capitanía de puerto, del manejo del buque o cualquiera que esta sea. Ojalá pudieran evitar sus malinterpretaciones muy alejadas de la realidad, solo basadas en versiones exageradas o conspirativas que circulan en línea y que ellos impulsan. No hay evidencia seria que sustente las acusaciones más graves, y muchas han sido ya desmentidas por la propia Secretaría de Marina.

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