Caldo de cultivo para la insurrección

Desaparecieron 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. Cuántas voces tienen que nombrarlo, gritarlo, denunciarlo para que este crimen no pase como una más de las afrentas para el Estado Mexicano. Un caso más como el de ABC, la guardería de Hermosillo, Sonora en la que se contaron por decenas los niños muertos, por omisión, en … Leer más

Desaparecieron 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. Cuántas voces tienen que nombrarlo, gritarlo, denunciarlo para que este crimen no pase como una más de las afrentas para el Estado Mexicano. Un caso más como el de ABC, la guardería de Hermosillo, Sonora en la que se contaron por decenas los niños muertos, por omisión, en manos del Estado, tras el incendio de las instalaciones.

Los jóvenes desaparecidos en Guerrero no son un caso menos importante que los niños del ABC; sin embargo, su caso tiene agravantes pues presuntamente fue la acción, la actuación efectiva de autoridades la que los llevo presuntamente a la muerte. Más aún, fueron las autoridades coludidas con el crimen organizado quienes son protagonistas de este crimen de Estado.

El Estado asesino del 2014 se deshace con sobrada impunidad de jóvenes estudiantes de tradición idealista y revolucionaria. Hay que mencionar al Estado con todas sus letras; no obstante, no hay que dejar escondidos detrás los nombres de los responsables, desde el alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, quien se encuentra prófugo; hasta Ángel Aguirre Rivero, gobernador de Guerrero.

Ambos funcionarios son responsables directos de haber hecho de esta entidad un territorio sin ley, bajo el mando de la delincuencia organizada.

Tampoco hay que dejar de lado la responsabilidad del partido político que los llevó al poder sin otro criterio que el de ganar elecciones, sin corroborar los antecedentes de dichos políticos y sus presuntos nexos familiares con delincuentes claramente identificados.

Nueva Izquierda, la corriente del PRD que dirige el partido, ha venido haciendo evidente su pragmatismo político electoral sin ningún otro objetivo más que ostentar el poder, estableciendo alianzas con quien le garantice ganar en las urnas, los costos ya los vimos, quedan claramente reflejados en la trágica desaparición y presunta muerte de 43 jóvenes inocentes.

En este recuento de responsabilidades no se debe dejar de lado al Ejercito Mexicano, ¿cuál es su papel en un Estado que como Guerrero controlan? Apenas sucedió esta tragedia y ya van 6 fosas repletas de cadáveres que encuentran en la zona de Iguala.

¿Cómo pudieron suceder estos crímenes a la luz de las fuerzas armadas? ¿De qué complicidades estamos hablando? ¿Hasta qué nivel de autoridad tenemos que voltear a ver para comprender la soltura con que se pierde la vida en Guerrero?

Diego Enrique Osorno, un buen periodista Mexicano, saca a relucir quienes son los ganadores de esta terrible tragedia y de manera informada, con fundamentos cita al Ejército.

Un poder real en el Estado que presumiblemente recibirá más recursos y canonjías a fin de regresar una paz frágil a este territorio.

Ya se dejan ver las primeras manifestaciones de rabia por parte de grupos armados como el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) quienes amenazan con contraatacar sino aparecen los jóvenes estudiantes. Así mismo vemos como los estudiantes de Ayotzinapa salen a quemar el Palacio de Gobierno de Guerrero como un símbolo del poder corrupto que desapareció a sus compañeros.

En Guerrero se gesta a todas luces un caldo de cultivo perfecto para la insurrección. La impunidad será el motor que impulse el deseo de hacer justicia con las propias manos, ya no solo entre grupos insurgentes si no entre los jóvenes que indignados buscarán acabar con todo símbolo del poder podrido que les robó a sus compañeros de ideales y lucha.

Directora del Centro de Justicia para las Mujeres

Imagen Zacatecas – Mara Muñoz Galván