Conflictos en tiempos de Covid

Sigifredo Noriega Barceló.
Sigifredo Noriega Barceló.

El mes de septiembre contiene sabores y aromas especiales. Este año hay que añadirle la desconcertante experiencia del Covid-19. Casi siete meses después podemos respirar una ligera brisa que anima la esperanza después de tantas esperas fallidas. Aunque sea gradualmente, las puertas se van abriendo a nuevas posibilidades pastorales. Los obispos de México nos hemos … Leer más

El mes de septiembre contiene sabores y aromas especiales. Este año hay que añadirle la desconcertante experiencia del Covid-19. Casi siete meses después podemos respirar una ligera brisa que anima la esperanza después de tantas esperas fallidas. Aunque sea gradualmente, las puertas se van abriendo a nuevas posibilidades pastorales.
Los obispos de México nos hemos reunido durante la semana que ha terminado. El ciberespacio ha sido el ‘lugar’ de encuentro. Nos hemos mirado en la pantalla y escuchado a través de audífonos y bocinas.  Hemos convivido un encuentro inédito en sus modos. Hemos logrado el objetivo de reflexionar sobre los retos y desafíos de este nuevo habitante que ha provocado diversos conflictos de interrelación con los fieles, las autoridades, los usos, costumbres y tradiciones. También muchas oportunidades para la creatividad, la solidaridad y una espiritualidad sólida en tiempos de tormentas.
Si en una sociedad decididamente plural es normal que se susciten conflictos, podemos imaginar la complejidad de los conflictos que no estaban en nuestras agendas. Los servicios pastorales, las relaciones interpersonales y el liderazgo de las instituciones se complican más y las soluciones, también.   No es raro que en nuestros días se ofrezcan  cursos, foros, talleres y más sobre la resolución de conflictos… El curso de actualización en el que hemos participado tuvo ese fin.
En el texto evangélico que escuchamos el domingo pasado Jesús aborda el tema/situación/reto. No da recetas, ni escribe instructivos. Más bien va al espíritu que debe animar a una comunidad en la resolución de conflictos. Sabe muy bien que en el seno de la comunidad de discípulos (la Iglesia) no todo va/irá sobre ruedas. Habrá tensiones, divisiones, tormentas, ambiciones, heridas, traiciones…  Seguir a Jesús no significa dejar de ser personas con todo lo que esto conlleva: afrontar el pecado y sus consecuencias. ¿Qué hacer y cómo tratar al hermano en esas situaciones? ¿Cómo hacer la voluntad de Dios en medio de conflictos? ¿Cómo abordar nuestros problemas?
Jesús propone un camino progresivo: la reconciliación personal, la reconciliación a través de la mediación de otros y la intervención de la comunidad como último recurso ya que es la garante de cuanto Jesús nos enseñó. Si las cosas no mejoran, el hermano se sentirá excluido de la comunidad ya que eligió permanecer en su punto de vista antes que en el de la comunidad. Sin embargo no quedará sin el cariño y la misericordia debida a los pequeños y a los pecadores. En este contexto de preocupación por los débiles de la comunidad Mateo sitúa el compromiso de Dios de concedernos cuanto le pidamos.
La propuesta es clara: el punto de partida es Dios, compasivo y misericordioso; el punto de llegada, la pronta compasión hacia el hermano. En este espíritu, la responsabilidad de la comunidad y de cada miembro debe hacerse visible en la preocupación por los más débiles. Quizás nos parezca poco práctico pero es lo único que puede mover las montañas de egoísmo y soberbia que están a la raíz de conflictos innecesarios.
Los abrazo con la bendición en este atípico mes patrio.
*Obispo de Zacatecas



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