Escenarios taurinos en Fresnillo

Conforme desaparecían los escenarios acondicionados para las corridas de toros en El Mineral, la afición empezó a decaer a tal nivel que, de hecho, ya no acudía a los festejos que se programaban durante el año, como era su costumbre. Consecuentemente la fiesta brava fue alejándose cada vez más de la afición hasta desaparecer por … Leer más

Conforme desaparecían los escenarios acondicionados para las corridas de toros en El Mineral, la afición empezó a decaer a tal nivel que, de hecho, ya no acudía a los festejos que se programaban durante el año, como era su costumbre. Consecuentemente la fiesta brava fue alejándose cada vez más de la afición hasta desaparecer por completo.

En el presente los innumerables seguidores del Arte de Cúchares viajan  a otras entidades, en considerable número, a presenciar los festejos taurinos. Inclusive las ganaderías de reses bravas, como  las de San Mateo, Torrecillas y Chucho Cabrera, también se mudaron a distantes campos donde sí  se les ha protegido e impulsado.

En Fresnillo solo recuerdos, fotografías, carteles o recortes periodísticos, quedaron de aquellas inolvidables temporadas que se presentaban en los diferentes e insospechados escenarios.

Hace días en el Festival Taurino organizado por el Club Amigos de Fresnillo, se recordó a quienes  ofrendaban su vida cada vez que se enfrentaron a los bureles de trapío. A quienes ya murieron y a  quienes todavía están con nosotros. A ellos se les brindó un merecido homenaje. Como corolario del evento se habló de las plazas de toros en esta ciudad.

Por cierto, no fue una o dos, fueron 17. De lo anterior se adjuntaron las obligadas evidencias físicas  de su existencia, por ejemplo carteles, fotos y recortes periodísticos. En el evento quienes en su tiempo se dedicaron al toreo, compartieron con los asistentes sus vivencias, anécdotas, emociones y sentimientos. Una exposición permanente habla de ello.

 Para empezar: una de las primeras plazas de toros en esta ciudad data de las tres primeras décadas del siglo 19. Se ubicaba en lo que ahora es el jardín del Obelisco. Su estructura era de madera.  Desapareció en 1833 para dar paso a la construcción de la columna del Obelisco y jardín circundante.

La segunda plaza fue la de El Huache. Se ubicaba en la prolongación de las calles oriente y poniente  del jardín a La Madre hacia el norte. Su propietario fue D. Telésforo Capellán e invirtió parte de su  fortuna para la construcción que fue de cantera y madera. Sus orígenes datan de los primeros años del siglo 20, su cierre fue hasta el año de 1913.

 En los treinta surgió la plaza Francisco Correa, la ubicaríamos entre las calles García Salinas y Belisario Domínguez. Esta tuvo dos periodos, el primero de 1935 al 37, Sus tendidos eran de madera, el de sombra estaba techado.

También en una corta temporada se le llamó Plaza de San Mateo. En su última etapa se le volvió  a llamar Francisco Correa propiedad de D. Luis Bonilla M. Cerró sus puertas en los cuarenta para dar paso a la construcción de la Terminal de Transportes Zacatecanos y Hotel Casa Blanca.

El Hospicio González Echeverría (Ágora) se utilizó en un tiempo como plaza de toros. Ha sido el único escenario de la fiesta brava con un ruedo cuadrado: Otro coso para las corridas fue la Plaza

Odilón Acosta por el rumbo de la colonia Esparza. Ahí se verificó la primera corrida de la Feria de Fresnillo en 1954. Por cierto esta plaza también se le conoció con el nombre de Gregorio García.

El Estadio Cuauhtémoc fue otro de los escenarios para el toreo. Al demolerse el inmueble en 1962  se despojó a la afición de un lugar para eventos deportivos o de espectáculos, también los lienzos  Charro Los Magueyes y Cuarto Centenario se utilizaron para celebrar eventos taurinos.

Desde luego existieron otras plazas: Rancho del Charro y Fresnillo en el lienzo Los Magueyes, sin mayor suerte. Por cierto éste a punto de desaparecer.

En años más recientes surgieron otros insólitos espacios para la tauromaquia. Entre ellos la Plaza Santo Niño, estructura de acero propiedad de D. Pancho Padilla, de acuerdo al proyecto del arquitecto Bernardo Magallanes, Se le localizaba a un lado del Monumento a La Bandera. Su vida como escenario taurino fue breve, se vendió a un empresario de Baja California Sur.

Otra plaza apareció en el mineral en 1995, se le conocía como Plaza de Toros Fermín Espinoza de estructura portátil. La adquirió un grupo de empresarios fresnillenses pero no se utilizó para lo que se pretendía y se vendió.

La última plaza fue la Victoria, en las instalaciones de la Feria. Su estructura era de acero. Poco uso se le dio por infinidad de contratiempos y vetos a tal grado que se desmanteló por completo.

En cada uno de los escenarios que se citan en este relato se presentaron toreros, novilleros, rejoneadores, banderilleros, hombres y mujeres que destacaban en el mundo del toro. Inclusive artistas y diversos eventos.

Solo quedan dos: El Lienzo Charro Cuarto Centenario y Club Amigos de Fresnillo.

Imagen Zacatecas – Carlos López Gámez