Sueño alcanzado

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

La ilusión de poseer una huerta de árboles frutales estaba truncada ante la falta de agua. En la comunidad había cinco norias a cielo abierto, de las cuales los pobladores extraían el líquido para consumo doméstico con una cubeta atada a una cuerda, accionadas con una polea de dos brazos llamada comúnmente cigüeña. Entre los … Leer más

La ilusión de poseer una huerta de árboles frutales estaba truncada ante la falta de agua. En la comunidad había cinco norias a cielo abierto, de las cuales los pobladores extraían el líquido para consumo doméstico con una cubeta atada a una cuerda, accionadas con una polea de dos brazos llamada comúnmente cigüeña.

Entre los meses de enero a julio se presentaba el problema de escasez, porque se agotaba el almacenamiento de los estanques y quienes tenían ganado, hacían fila en la noria del durazno y del motor, las más ricas en su manantial y que tardaban en agotarse.

Ésta última tenía una profundidad de 23 metros, a la cual era posible bajar a una persona, para charquearla, es decir. El flujo era permanente, pero demasiado pequeño. Aunque la gente sabía que por la noche fluía una mayor cantidad, no lograba almacenarse en cantidad suficiente para sacarla como de ordinario, pues en la irregularidad del fondo hacía una diminuta ciénaga y necesitaban llegar hasta el fondo para llenar la cubeta a mano. Los ganados enflacaban, morían, debían sacrificarse o venderse al mercado a precio irrisorio.

A don Juan causaba indignación aceptar que aquellas norias databan de tiempos de la hacienda y empezó a estudiar la forma de localizar mantos acuíferos subterráneos. Invirtió varios años en aprenderlo hasta conseguir pericia.

El anhelo de dejar de depender de aquellos humedales se hizo realidad cuando con su propio esfuerzo y el de sus hijos hizo su propio pozo artesanal en determinado sitio, dentro de su parcela, aplicó sus conocimientos de geología adquiridos como minero, combinados con los aprendizajes de flora de la región, atendiendo a su intuición y desafiando al azar, porque los veneros en el semidesierto son escasos y delgados, decidió cavarlo junto a un mezquite de apenas un par de metros de altura. Alguien le había enseñado que esos árboles y el arbusto llamado junco marino, logran ahondar sus raíces hasta por cuarenta metros bajo la superficie, en busca de depósitos o corrientes subterráneas.

Muchas ampollas aparecieron en sus manos, varias cuerdas se reventaron extrayendo tierra y rocas, innumerables veces afiló sus herramientas, abundante sudoración y no pocos meses de arduo trabajo físico, hubo necesidad de invertir, pero consiguió su propósito.

Uno de sus grandes éxitos en la vida fue acertar en la localización de una diminuta vena de agua potable para sostenimiento de su familia. Siguió disfrutando del aguamiel, nopalitos y tunas de los magueyes y nopales que años atrás había plantado en el perímetro de la parcela. Pocos años después su familia y vecinos degustaron, aparte de elote, flor de calabaza, huitlacoche, ejote, calabacita, maíz y frijol, suculentos duraznos, manzanas, higos, membrillos y granadas.

Las personas que estudian y trabajan con pasión, sensibilidad productiva, buscan y se esfuerzan en materializar sus sueños de mejorar su condición de vida, consiguen la incomparable satisfacción de conocer la sonrisa de la fortuna.




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