Vergüenza

Era un hombre amable, cariñoso e inteligente, con carrera muy exitosa. Pero también peleó una batalla diaria contra una sombra que finalmente lo abrumó. Lo ocultó bastante bien. Pero en el momento en que recibí el mensaje que me avisó que había muerto, supuse que era suicidio. Solo más tarde descubrí que su madre también … Leer más

Era un hombre amable, cariñoso e inteligente, con carrera muy exitosa. Pero también peleó una batalla diaria contra una sombra que finalmente lo abrumó. Lo ocultó bastante bien. Pero en el momento en que recibí el mensaje que me avisó que había muerto, supuse que era suicidio. Solo más tarde descubrí que su madre también había fallecido en un aparente pacto suicida con su novio, que resultó ser un exclérigo católico. Era mi amigo.

Recientemente se publicaron cifras que demuestran que las tasas de suicidio en México están aumentando. Creo que el país debe hablar sobre esto. ¿Hasta qué punto este fenómeno es el reflejo de la miseria económica, por ejemplo? ¿Y del acoso escolar? ¿Y de la dureza de la vida diaria?

Sin duda, hablar de suicidio es genuinamente problemático y no solo por la necesaria sensibilidad hacia los parientes vivos. Las recomendaciones de los psiquiatras demuestran hasta qué punto el tratamiento mediático del suicidio pueden tener efectos que a menudo conducen a un comportamiento imitativo. Cuando Marilyn Monroe se quitó la vida, los suicidios en los Estados Unidos aumentaron temporalmente en un 12 por ciento. Como dijo Emile Durkheim, el filósofo francés del 18: “Ningún hecho es más fácilmente transmisible por contagio que el suicidio”.

Y no cabe la excusa de los que unen la idea del suicidio con la figura del genio torturado. No caben las referencias a Kurt Cobain, van Gogh, Virginia Woolf y así sucesivamente. Es un cliché terriblemente peligroso.

No me perturba la parte teológica de este desafío. La Biblia no contiene una condena obvia del suicidio y relata los suicidios de Saúl y Sansón sin sentido aparente de condena. Fue San Agustín quien primero argumentó que contravenía el sexto mandamiento, popularmente traducido como “no matarás” (aunque “no asesinarás” es una traducción posiblemente mejor). Más tarde, Tomás de Aquino remarcó esta prohibición, insistiendo que el suicidio era imperdonable. Y no fue hasta mediados del siglo 16 que se les negó entierro cristiano a quienes se quitaron la vida.

Sin embargo, desde mediados del siglo 18, con el advenimiento del Romanticismo, se presentó un problema: la glorificación de la persona suicida como un héroe romántico. En 1774, Goethe publicó su bestseller, “Los Dolores del Joven Werther”, la historia de un muchacho penosamente serio, torturado por el amor no correspondido, que termina disparándose a sí mismo. En toda Europa, otros jóvenes comenzaron a vestirse con pantalones amarillos y chaquetas azules, siguiendo a Werther. . Las raíces de la conexión patológica entre el suicidio y el héroe romántico comenzaron a formarse al mismo tiempo que el desarrollo de la cultura moderna de las celebridades.

La razón por la cual esta estetización del suicidio es una mentira absolutamente traicionera es porque niega la realidad de que la mayoría de las personas que se suicidan están atrapadas por la pena y desesperadas. Por lo general, sufren depresión, esquizofrenia, deudas, falta de vivienda, alcoholismo o drogadicción, o una combinación de estas cosas. Esta es la verdad del suicidio real en lugar de literario, y no es glamorosa. Puede que no haya vergüenza en el suicidio, como la iglesia una vez propuso, pero tampoco hay gloria. Si el suicidio está en tu mente olvida a los existencialistas y los poetas. Ve a con tu médico. Habla con amigos. Deja de beber. La miseria es sobrevivible.

Imagen Zacatecas – Antonio Sánchez González




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