

El episodio revela una tensión creciente entre sectores del partido y voces del ámbito religioso, y anticipa un y de año marcado por la disputa interna sobre la conducción política y moral del movimiento.
ZACATECAS.- La tensión política en Zacatecas escaló este martes luego de que las declaraciones del Obispo de la Diócesis de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló, generaran un abierto choque entre figuras relevantes de Morena.
El líder del Consejo Estatal del partido, Rubén Flores, descalificó al prelado tras afirmar que Morena debe responder por “las víctimas de la Cuarta Transformación”, comentario que abrió una profunda grieta al interior del movimiento guinda.
El Obispo, quien en distintas ocasiones ha llamado a las autoridades a asumir su responsabilidad frente a la crisis de violencia, reiteró que la Iglesia acompaña a las familias afectadas y que los gobiernos deben actuar con sensibilidad y resultados. Sus palabras provocaron la reacción inmediata de Flores, quien cuestionó al jerarca católico, generando críticas por el tono confrontativo empleado.
Sin embargo, la respuesta más inesperada provino del propio subsecretario de Gobierno y exdiputado local morenista, Omar Carrera Pérez, quien se deslindó públicamente del dirigente partidario.
A través de un mensaje difundido en redes sociales, Carrera afirmó: “No coincido con los señalamientos del presidente del Consejo Estatal de Morena, Rubén Flores, hacia el Obispo de Zacatecas, Monseñor Sigifredo Noriega Barceló”.
Carrera recordó que “Morena nació del diálogo, no de la confrontación”, y subrayó que exhibir diferencias internas “en público no es el camino”. Asimismo, reivindicó su respeto hacia la Iglesia como católico y llamó a la prudencia política, enfatizando que Zacatecas “necesita acuerdos, no choques mediáticos que solo dividen”.
La postura del subsecretario evidenció una fractura que Morena buscaba evitar en un contexto de creciente exigencia social de resultados. Mientras el dirigente mantiene su crítica hacia el Obispo, Carrera se suma a quienes demandan mesura y reconciliación.
El episodio revela una tensión creciente entre sectores del partido y voces del ámbito religioso, y anticipa un y de año marcado por la disputa interna sobre la conducción política y moral del movimiento.