

Monseñor Sigifredo Noriega Barceló | Foto: Cortesía
“Cada plegaria, afirmó el obispo, puede derribar muros, curar heridas y encender esperanzas en la comunidad.”
ZACATECAS.- En una solemne homilía celebrada en la Catedral Basílica de la Asunción de María, el obispo de la Diócesis de Zacatecas, monseñor Sigifredo Noriega Barceló, llamó a los fieles a redescubrir la oración como una experiencia que debe transformar la vida y no quedarse sólo en palabras.
“La oración que no transforma nuestra vida no es aún oración madura”, expresó con serenidad.
El prelado invitó a los creyentes a cultivar una actitud humilde de pecador, punto de partida —dijo— para el verdadero diálogo con Dios. Asimismo, exhortó a invocar la intercesión de San Judas Tadeo y de los fieles difuntos, como ejemplos y acompañantes en el camino espiritual.
Durante su mensaje, Noriega Barceló recordó que la oración no sólo fortalece la fe, sino que resulta indispensable para la misión de la Iglesia, pues sin ella las obras misioneras carecen del impulso del Espíritu.
“Si no vemos frutos, debemos madurar en nuestra oración”, insistió, invitando a los presentes a revisar su relación con Dios y su testimonio cristiano.

El obispo también propuso una reflexión sobre lo que llamó “nuestro testamento de la oración”: un legado de fe que cada persona deja a su comunidad y a las nuevas generaciones mediante la constancia en el diálogo con Dios.
Al finalizar, exhortó a los feligreses a hacer de cada plegaria un acto que transforme la vida y el mundo.
“La oración derriba muros, cura heridas y enciende esperanzas”, afirmó.
En comunidad —concluyó— la oración se convierte en un llamado al bien común, la justicia y el compromiso misionero desde el corazón de Zacatecas.