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El recreo

Democracia de cúpulas no es democracia

Democracia de cúpulas no es democracia

José Luis Medina Lizalde.

La aparición de órganos electorales fuera de la esfera del poder ejecutivo buscó sin lograrlo que el fraude electoral de 1988 fuera el último de nuestra historia.

J. Luis Medina Lizalde
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7 de agosto 2025

La reforma electoral anunciada por la presidencia de la república es un ejercicio de perfeccionamiento y corrección de lo que ya tenemos en la materia, no partimos de cero, partimos de lo que aportaron las generaciones precedentes.

La aparición de órganos electorales fuera de la esfera del poder ejecutivo buscó sin lograrlo que el fraude electoral de 1988 fuera el último de nuestra historia, el hecho de que los cambios fueran pactados entre cúpulas de partidos legitimados por los “expertos” generó una democracia ilusoria en gran medida, en dónde el triunfo del PAN en el año 2000 se sustentó en prácticas fraudulentas del que ganó (el financiamiento ilegal vía “Los amigos de Fox”) y del campeón destronado (Pemexgate) y en acatamiento a la condición que impuso a Zedillo el gobierno de los Estados Unidos, según el testimonio de Labastida Ochoa, primer postulado presidencial del PRI en perder las elecciones.

Las elecciones siguientes fueron igualmente fraudulentas, Calderón triunfó en 2006 traicionando la prédica democrática del panismo original ya cuando los órganos electorales mostraron ser reflejo real del poder y no de la voluntad ciudadana. El arribo de Peña Nieto fue resultado del ilegal concurso del dinero público y privado igualmente consentido por una burocracia electoral al que mediante jugosos ingresos fue cooptada por el grupo gobernante.

La clave del fracaso democrático es la exclusión de la ciudadanía en el diseño de la arquitectura electoral.

El decreto de creación de la comisión responsable de elaborar la propuesta de reforma del poder ejecutivo es la corrección de ese error histórico, ahora se busca que la ciudadanía se involucre en el proceso desde el principio, tal será la encomienda que habrá de cumplir el equipo presidido por Pablo Gómez Álvarez, histórico luchador cívico y reconocido experto en temas electorales.

Los expertos tendrán la ocasión de enriquecer la cultura de la ciudadanía como nunca antes, ya no hablarán para círculos cerrados como en las anteriores reformas, ahora lo harán para el pueblo en general, mismo que será consultado en temas puntuales mediante la aplicación de encuestas con esmero científico.

Todos pensamos

La minoría conservadora propaga con soberbia el engaño de que la gente no piensa, que otorga su voto por lo que recibe mediante los programas sociales que por su ignorancia no toma conciencia que no es dádiva como en el pasado sino derecho constitucional que le impone al que gobierna la obligación de hacerlo cumplir aunque provenga de un partido opuesto a dichos programas, a menos que lo elimine de la constitución.

Los que así piensan reclaman que sean los expertos en exclusiva los que decidan el contenido de la reforma, cuando reclaman inclusión y consenso hablan por ellos, no por la gente, tal es la posición de los desprestigiados legitimadores de históricos fraudes cuando integraron el antes IFE y ahora INE y el Tribunal Electoral, su posición era la de esperarse.

La ciudadanía podrá valorar si es conveniente seguir destinando enormes tajadas presupuestales a procesos electorales y al mantenimiento de partidos o si es viable disminuir el flujo de dinero público otorgando subsidio solo en tiempos electorales y prioritariamente a las candidaturas o las prerrogativas siguen como inventivo perverso de luchas internas entre grupos enquistados para que siga la política como negocio en vez de como modalidad estelar de servicio a los demás.

Los mexicanos tendremos la ocasión de decidir si los cargos plurinominales siguen como botín de dirigentes para colocar a discreción o le dejamos a la ciudadanía el derecho de votar por la totalidad de los que acceden a esas posiciones y si el número de las mismas es el adecuado o se nos ha pasado la mano en el número de regidores, diputados y senadores.

Tendremos oportunidad de sopesar la conveniencia de hacer del INE el único órgano electoral para la totalidad de elecciones constitucionales para evitar que los órganos en los estados sean condicionados mediante el financiamiento por el gobernante en turno, como ha sido la experiencia, o si la desaparición de los OPLES atenta contra al federalismo como algunos argumentan.

Adiós a complejos

Más allá del contenido de la inminente reforma electoral y gracias al método elegido estamos en la víspera de dar vida al sistema electoral más legitimado de la historia.

El concurso de los expertos no es incompatible con el involucramiento ciudadano para los demócratas de verdad, la soberbia de sentirse superior derivado del nivel de conocimiento es tan deleznable como la soberbia de sentirse superior por detentar mayor riqueza o por el color de la piel.

La democracia de cúpulas es un contrasentido que se impuso en el pasado.

La lección es inequívoca: Solo la participación ciudadana garantiza democracia real.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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