

Aumenta desempleo en Zacatecas: INEGI. | Foto: Cortesía.
El Runrún de hoy, jueves 27 de noviembre del 2025.
El reciente incremento en la tasa de desempleo en Zacatecas, que alcanzó 2.9% durante el tercer trimestre de 2025, permite entender con mayor claridad la compleja situación económica que atraviesa la entidad. No se trata sólo de una cifra fría del INEGI: es el reflejo directo de una crisis que se agrava entre paros, tomas, conflictos sectoriales y una evidente falta de gobernabilidad que, en conjunto, están frenando el desarrollo productivo del estado.
El aumento de la PEA, que llegó a 725 mil personas, no se tradujo en una mejora laboral. Por el contrario, el comercio —una de las actividades que tradicionalmente sostiene buena parte del empleo local— perdió 9 mil puestos, confirmando el debilitamiento del sector ante un consumo cada vez más castigado. Y mientras algunos rubros como la manufactura y los servicios de alojamiento muestran señales positivas, la realidad es que dicho crecimiento no alcanza para compensar la inestabilidad general.
Los conflictos con el gremio de la salud, las constantes movilizaciones del magisterio y las problemáticas interminables del campo, donde miles de productores no logran vender sus cosechas, forman un coctel que impacta directamente en la economía cotidiana. A ello se suma un comercio en caída y una informalidad que, si bien disminuye ligeramente, sigue atrapando a la mitad de la fuerza laboral.
Así, el incremento del desempleo no es casualidad; es una consecuencia directa del clima político y social que vive Zacatecas. Si no se recupera la gobernabilidad y no se atienden los sectores clave, los indicadores laborales continuarán deteriorándose. Hoy, más que nunca, las cifras hablan del rumbo perdido.
Sin la minería, Zacatecas ya habría perdido su futuro
Si no fuera por la minería, la catástrofe económica ya habría terminado por enterrar el futuro de Zacatecas. En medio de una realidad marcada por conflictos políticos y sectores productivos sin impulso, la industria extractiva se mantiene como el único pulmón que aún permite respirar a la economía estatal. No es exageración, ya que el dato duro es el que lo demuestra.
El reporte minero del INEGI confirma que Zacatecas no sólo conserva su liderazgo histórico en la extracción de metales preciosos, sino que amplía su ventaja. Con 3 mil 857 kilogramos de oro producidos en septiembre —un crecimiento anual de 16.4%— la entidad supera ampliamente a competidores tradicionales como Sonora y Guerrero.
En plata, mantiene la primera posición nacional con más de 189 mil kilogramos, un volumen que ningún otro estado se acerca siquiera a igualar.
A esto se suma su peso dominante en plomo y el crecimiento constante en zinc, elementos que colocan al estado como un pilar estratégico de la industria minero metalúrgica del país. Mientras otras actividades económicas se estancan o retroceden, la minería sigue siendo el motor que evita el colapso total. Ignorar este papel sería negar la única base sólida que hoy sostiene a Zacatecas.
Tepechitlán estalla y manda la fuerza sobre la ley
Lo ocurrido en Tepechitlán confirma que, en ese municipio del sur zacatecano, la vida pública transita más cerca de la ley del más fuerte que del imperio de la institucionalidad.
El desalojo de los regidores y de la síndica Elsa Luna Arellano, impulsado por habitantes molestos y encabezado por el alcalde Adolfo Cortez, puede interpretarse como una victoria momentánea para el gobierno municipal, pero también como un grave retroceso para la gobernabilidad.
Cuando la negociación se sustituye por la presión callejera, lo que prevalece es la Ley del Talión, y eso nunca termina bien. El alcalde celebró la “decisión del pueblo” para recuperar la Presidencia Municipal, pero poco se habla del día después.
Los actores desalojados difícilmente permanecerán cruzados de brazos, y la reacción podría profundizar aún más la crisis política. Mientras tanto, los empleados continúan sin recibir sus pagos, los servicios se prestan a medias y la ciudadanía sigue atrapada entre rivalidades internas.
Tepechitlán vive hoy una tensión que no es nueva, pero sí cada vez más peligrosa. Si no se restablecen canales de diálogo reales, el episodio del desalojo será apenas el inicio de un conflicto mayor. Y, entonces, ni pueblo ni autoridad podrán presumir victoria alguna.

Torpeza oficial empuja al magisterio a un paro indefinido
La crisis que atraviesa el sector educativo en Zacatecas refleja, ante todo, la falta de pericia de la Secretaría de Educación para comunicar las “bondades” de la federalización de la nómina estatal. En lugar de ofrecer claridad, certezas y un diálogo estructurado, la dependencia optó por una estrategia improvisada que terminó por incendiar los ánimos.
Lo ocurrido en el Hotel Don Miguel es la muestra más evidente de que la situación se salió de control: un encuentro que debía informar terminó convertido en símbolo de ruptura y desconfianza.
El magisterio de la sección 58 no sólo percibió ambigüedad en la propuesta gubernamental, sino un intento de avanzar unilateralmente en un proceso que impactará su futuro laboral y el ya frágil sistema de pensiones.
La oferta de 37 mil pesos —sin reglas claras y presentadas como “beneficio”— no hizo más que profundizar la percepción de engaño.
Hoy, el conflicto amenaza con cerrar el año con un paro interminable que perjudica exclusivamente a los estudiantes, quienes terminan pagando el costo de la incapacidad política y técnica de la autoridad educativa. Si la Secretaría no recompone la ruta, el deterioro será aún mayor.

Runrunazos
El adelanto de participaciones se ha vuelto una necesidad inmediata para los Municipios, particularmente Zacatecas y Fresnillo, que en conjunto requieren 105 millones de pesos —60 millones para Fresnillo y 45 para la capital— para cerrar el año sin colapsos operativos. El desafío ya no es técnico ni administrativo: ahora sólo falta la voluntad política del gobernador. De no haberla, comenzará otro desgaste y un innecesario distanciamiento con sus adversarios.