Cuando aspirar no es suficiente

Julieta del Río

La palestra de candidatas y candidatos en Zacatecas crece de manera acelerada rumbo a la sucesión de 2027. En el clima político actual, pareciera que basta con levantar la mano para asumirse con la aptitud suficiente para gobernar o legislar.

Aspirar es un derecho legítimo; gobernar, en cambio, es una responsabilidad que exige mucho más que intención.

Quedaron atrás los tiempos en los que los perfiles políticos se construían sobre trayectorias profesionales sólidas, prestigio público y experiencia en la administración pública pero sobre todo personajes que daban debates y ofrecían diálogo de respeto. Conducir un estado no es un ejercicio de improvisación. Requiere conocimiento del funcionamiento institucional, del manejo de programas federales y estatales, de la correcta aplicación de las normas y de la capacidad para tomar decisiones informadas en beneficio del interés colectivo.

Zacatecas no requiere liderazgos viscerales. No necesita candidatas o candidatos que actúen desde la reacción, el enojo o la confrontación permanente. Tampoco demanda figuras que dividan a la sociedad o que apuesten por la polarización como estrategia política. El estado necesita liderazgos con templanza, visión, capacidad de diálogo y, sobre todo, empatía con una ciudadanía que enfrenta en este país diario problemas de salud, seguridad, economía y desarrollo social.

La reflexión debe ser profunda y, ante todo, ciudadana. ¿Qué tipo de liderazgo estamos dispuestos a respaldar? ¿Perfiles sin preparación ni conocimiento de la administración pública, o personas con vocación de servicio, experiencia y un proyecto serio para Zacatecas? La decisión no es menor: de ella depende el rumbo del estado en los próximos años.

No se trata únicamente de una discusión de género. Si es tiempo de mujeres, debe ser de mujeres preparadas, con carácter, capacidad de diálogo, y de visión de Estado. Pero también puede ser un hombre quien represente esos mismos valores. El género no sustituye la competencia, ni la improvisación reemplaza la experiencia.

Zacatecas necesita liderazgos que unan, que comprendan la magnitud del encargo público y que entiendan que gobernar no es un ejercicio de protagonismo personal, sino un compromiso histórico con la sociedad. Hoy, la ciudadanía tiene la responsabilidad de observar, analizar y decidir con conciencia, porque el estado no puede darse el lujo de seguir apostando por la víscera en lugar de la razón.

Poner a la sociedad primero no puede reducirse a la demagogia ni al aprovechamiento de la necesidad ajena. Significa atender sus problemas con apego a los programas constitucionales, generar empleo, fortalecer el desarrollo económico y ofrecer oportunidades reales, no promesas reiteradas ni protagonismos personales.

Finalmente, no basta con proclamar transparencia y rendición de cuentas en el discurso. En la práctica, deben ejercerse con hechos claros y verificables. Lo público debe mantenerse en el ámbito de lo público: sin opacidad, sin excusas y sin mentiras que dañen la credibilidad de las instituciones.

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