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Opinión

El empobrecimiento de la suprema Corte de Justicia

El empobrecimiento de la suprema Corte de Justicia

Opinión José Antonio Rincón

Con sueldos modestos, vocación y pasión desarrollaron su labor. Estudiosos, traductores, autores de libros de verdad, no hechos por inteligencia artificial o por los secretarios.

José Antonio Rincón
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11 de junio 2025

En la historia de nuestro máximo tribunal, desde luego que no todo ha sido de lo mejor, pero brillaron grandes juristas que han diseñado a golpe de sentencias de un sistema normativo en defensa de los derechos humanos y por cierto en algunas épocas sin grandes prebendas que sin duda ha sido uno de los pecados de recientes integraciones.

Con sueldos modestos, vocación y pasión desarrollaron su labor. Estudiosos, traductores, autores de libros de verdad, no hechos por inteligencia artificial o por los secretarios.

Don Daniel Cosío Villegas en su libro la República restaurada, califica a la mayoría de los ministros de grandes juristas, entre otros a Vallarta, Iglesias y del zacatecano Miguel Auza que estuvo un buen tiempo ejerciendo ese cargo dice que no fue no mal jurista. Juárez, más político que jurista.

No sólo ellos, hubo gente grande que con dignidad ha vestido la toga en ese alto cargo.

En el siglo pasado, aún cuando el régimen priísta ponía a los ministros, no descuidaba poner a los mejores.

Recuerdo a Don Juan Díaz Romero, un hombre con una experiencia increíble y una preparación continua en el campo de la hermenéutica y la filosofía. Discreto, inteligente y humilde.

Un tribunal constitucional, que no de legalidad, aunque el nuestro tiene esa dual función, debe tener como integrantes a los mejores, porque su preparación exige el máximo nivel del derecho, como es la filosofía y la ciencia política.

En el proceso que acaba de pasar, al que le llamaron elecciones, no tiene esas características, para comenzar los candidatos fueron designados desde el poder con un sistema de selección que no vio por los mejores, sino su relación con el régimen y tan confuso que ni siquiera el gremio le entendía. Y así se creó un sistema fuera de la ley que llamaron acordeones en los que desde el pode les dijeron a los votantes a quienes acercaron por quién votar, así que a nadie sorprendió el resultado. Todo esto avalado por un INE entregado al ejecutivo.

La experiencia ha sido decepcionante y no genera en la ciudadanía confianza, lo que necesariamente obliga a cambiar las cosas.

Con alguna excepción, el curriculum de candidaturas es muy pobre, a la candidata Lenia Batres lo que la caracteriza es la actividad política en favor del gobierno, su pobreza argumentativa y su capacidad para insultar a sus vecinas.

Una ministra manchada por la corrupción en su vertiente de falsaria de su tesis y la influencia en la UNAM para pararlo todo; otra, esposa de un rico constructor del régimen pasado, que la riqueza no es impedimento porque sería discriminación, si no la influencia.

¿Construirán doctrina judicial? Eso esperamos.

En los otros cargos de jueces y magistrados se coló de todo, como si fuera un concurso de feria.

Pronto veremos su desempeño y sobre todo si es un alto tribunal autónomo, digno e independiente frente a los otros poderes, sin que esto signifique quiebre, sino de respeto y colaboración. Un tribunal con visión que esté a la altura del mundo que nos toca vivir donde la creatividad jurídica se hace indispensable.

No queremos el modelo de justicia de secretarios y jueces improvisados de tarjeta y solo firmantes.

El Lic. Rafael Candelas Villalba, que sirvió a la justicia zacatecana por cuarenta años como juez magistrado y presidente del Tribunal Superior, una vez me dijo que un buen juez madura y se hace hasta en ocho años de ejercicio, pero siendo una persona con vocación y entrega. Coincido con él.

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